jueves, 18 de diciembre de 2014

La Técnica Alexander se concierne primero con aclarar tu pensamiento para que puedas moverte en la dirección que deseás, y no en la dirección que tu hábito inconsciente te llevaría.

Por eso, antes de moverte, haces una micro pausa para recordarte soltar tus patrones de tensión habitual. Y luego de la pausa es cuestión de comprometerte con la nueva dirección.

En última instancia, una dirección es un movimiento de un punto A un punto B. Pero, en la Técnica Alexander, nos interesa sobre todo cómo atravesamos esa distancia.

En términos corporales, ese “cómo” está determinado por un “movimiento primario” que viene antes de cualquier paso que tomemos en dirección al punto B. Este “movimiento primario”, que tiene su manifestación física en la relación dinámica entre cabeza-columna-costillas-cinturas-miembros, es controlado por dos aspectos “mentales.”

El primer aspecto “mental” es la conciencia corporal (mapa corporal). Durante las clases de Técnica Alexander intentamos afinar nuestra apreciación sensorial de las partes de nuestro cuerpo y su relación entre sí y con el todo.

El segundo, y más importante, aspecto mental es quizás particular a la Técnica Alexander.

Habiendo determinado “cómo” queremos viajar de A a B, la Técnica Alexander se centra en asegurarse que comencemos y continuemos moviéndonos en esa dirección en las condiciones que nos establecimos. Lo que seguro no queremos es que nuestros patrones de tensión habitual nos asalten en el momento que entramos en acción y deshagan nuestro “movimiento primario.”

Hay infinitas formas de viajar de A a B. El “movimiento primario” se asegura que lo hagamos de tal manera que no interfiramos con los reflejos posturales naturales. Alexander lo llamaba “alargar (y ensanchar) la estatura” que es algo así como decir “descomprimir las articulaciones para el movimiento” o “crear espacio para que el movimiento ocurra.”

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