lunes, 29 de julio de 2013

On 13:29 by Unknown in    No comments
Este mes de julio estuve escribiendo mucho sobre los espejos en la Técnica Alexander. Los espejos para mí son herramientas invalorables si sabemos utilizarlos. Un espejo no es sólo el vidrio reflectivo que nos da información visual; un espejo (para mí) es todo aquello que nos devuelve información sensorial sobre nosotros mismos, por cualquiera de nuestros sentidos. La utilidad de esa información dependerá de cómo recibamos e interpretemos esa información sensorial.
Este blog de Robert Rickover de Nebraska, EE.UU. nos da otra mirada sobre el tema de los espejos. Además, es una excelente introducción a quién fue F.M. Alexander.

El artículo original en inglés lo encuentras en: http://www.bodylearningblog.com/narcissus-and-alexander-reflections-on-the-origins-of-the-alexander-technique/

Narciso y Alexander – Reflexiones sobre los orígenes de la Técnica Alexander
Estaba Narciso al costado del agradable estanque
Y agachándose, sació su sed, para encontrar
Dentro de su corazón una sed de otra índole…

Narciso el griego
Narciso era un joven griego de dieciséis años, excepcionalmente hermoso, duro y arrogante, que despreciaba a todos, incluyendo a la ninfa Eco que se había enamorado perdidamente de él. Pero Eco tuvo su venganza: un día Narciso se echó al costado de un estanque y, viendo su propio reflejo en las aguas, se fascinó tanto con su propia hermosura que se enamoró de sí mismo.
Narciso nunca descubrió que estaba tan sólo viendo un reflejo. Trató de asirlo y besarlo, pero naturalmente no le fue posible. Frustrado y atormentado por su objeto de deseo, se afligió y acongojó. Cuando vinieron sus dolientes a buscarlo, hasta su cuerpo había desaparecido. Todo lo que quedaba de él era una flor junto al estanque.
Esta es la primera reacción a verse reflejado en un espejo de la que se tiene registro - una historia bastante triste cómo mínimo. Pero ahora avancemos en el tiempo unos cuantos milenios y desplacemos nuestra atención desde la cuna de la civilización occidental a los confines del imperio británico de fines del siglo XIX. Ya que es en Australia donde se estaba dando un encuentro entre hombre y espejo de una índole muy distinta a la anterior. ¿Cómo es este encuentro en comparación con el triste cuento de Narciso?


Alexander el australiano
Frederick Matthias Alexander  era un joven de Tasmania, excepcionalmente talentoso, que paso gran cantidad de tiempo mirándose al espejo. Uno puede fácilmente imaginarse cómo se habrán preocupado sus amigos y colegas con su raro comportamiento: "Fred se las pasa parado ahí frente a ese maldito espejo por horas y horas. Ya ni se puede convencerlo de venir al bar a tomar una cerveza." "Lo sé. Ayer, cuando pasé por su apartamento, estaba teniendo una charla íntima con su reflejo. Ese problema con su voz se le ha trasladado a su cabeza."
was an exceptionally talented young man from Tasmania who spent a 
Alexander eventualmente dejó su espejo y su patria y se mudó a Inglaterra. Sin duda algunos de los que lo conocieron allí también lo consideraron un tanto extraño - raro pero inofensivo.Otros vieron el genio en el hombre y le adjudicaron gran valor a sus descubrimientos. Leyeron sus libros, se miraron atentamente en sus espejos, y contentos pagaron buena plata por clases de su Técnica. Algunos de ellos dedicaron sus vidas a continuar su trabajo. Este patrón se mantiene hoy en día, a casi sesenta años de la muerte de Alexander.
Narciso se volvió mundialmente famoso. Su historia es quizás la más conocida de todos los cuentos de la mitología de la Grecia Antigua y su nombre se volvió sinónimo de amor-propio y egocentrismo. Alexander, por el contrario, es aún relativamente desconocido, aunque su nombre se ha colado dentro del vocabulario de sus seguidores. Uno de sus primeros discípulos estadounidenses sugirió que el Presidente y todos los miembros del Parlamento deberían estar total y completamente "Alexandrizados" antes de asumir sus puestos. Los alumnos de su método a veces hablan de "hacer Alexander" y a veces se acusan entre sí de ser unos rígidos "Alexandroides".

A los profesores y alumnos de Técnica Alexander ocasionalmente se los acusa de narcisismo - cuando nuestro legítimo énfasis Alexandriano en prestarnos atención se vuelve un interés-propio obsesivo. Pero la mayoría del tiempo seguimos usando espejos, y otras herramientas de auto-observación, con discernimiento y raciocinio. Esto es algo que Narciso simplemente no fue capaz de hacer. Él se vio inundado por el amor-propio, y fue incapaz de usar sus facultades de discernimiento con su problema. "Ese pobre tipo simplemente no estaba en comunicación con su razón," podría haber dicho de él Alexander.

A diferencia de Narciso, que quería fundirse con su reflejo, Alexander usó su espejo como un medio para distanciarse de su apreciación sensorial engañosa. En su propia "historia de la creación" - capítulo primero de El Uso de Sí Mismo - Alexander sistemáticamente pone en juego a su espejo a cada paso de su búsqueda. Mientras que Narciso perdió su forma humana y se transformó en flor, Alexander usó su reflejo para conseguir información certera sobre sí mismo, de forma de manifestar todo su potencial humano. De hecho, el espejo fue su herramienta principal para conocer la verdad sobre su comportamiento, y sobre la efectividad de sus intentos de realizar cambios útiles en su comportamiento.

Hasta donde sabemos, Alexander fue la primera persona en la historia en usar un espejo de esta manera. Cambió para siempre la relación entre hombre y espejo, y eso en sí mismo es algo sobre lo que relflexionar.

Notas:
La traducción del principio es de The Metamorphosis of Ovid – An English Translation, por A. E. Watts, University of California, Berkeley (1954)
La mayoría de las interpretaciones del mito de Narciso tratan a Narciso como una figura ilusa y trágica. Una muy diferente interpretación es esgrimida por Thomas Moore en su best-seller, Care of the Soul, Harper and Collins, New York (1992).
Una raconto fascinante de nuestra histórica relación con los espejos se da en The Mirror and Man por Benjamin Goldberg, University of Virginia Press, Charlottesville (1985) y en Coming to Our Senses, Morris Berman, Simon and Schuster, New York (1989).

viernes, 26 de julio de 2013

On 20:01 by Unknown in    No comments

Observa esta conocida imagen de ilusión óptica:



¿Qué ves primero? ¿La señora joven o la señora vieja? ¿Qué tan estable es cada imagen cuando eliges verla?

En mi caso personal veo primero a la señora joven (no entraremos en las posibles esquemas de condicionamiento que me llevan a este hábito). Claro, puedo ver a la señora vieja con facilidad, pero debo hacer un esfuerzo consciente por "estabilizar" la imagen, porque siento el tirón (literal) de mis ojos por moverse y reconfigurar mi hábito, mi forma de ver las cosas.

Hace unos años pasé varios meses jugando con ejercicios de percepción como este. Me planteaba imágenes geométricas como la siguiente:

y trataba de "verla" (o sea, armar la figura mental) desde diferentes perspectivas, estabilizando cada nueva organización/coordinación de formas hasta que entendiese su lógica y la pudiese repetir a demanda. 

Por ejemplo, en primera instancia veía una estrella, o sea, el concepto estrella. Luego me recordaba que la estrella estaba formada por una conjunción de líneas y trataba de encontrar su lógica. Mi perspectiva habitual era entonces ver dos triángulos equiláteros entrelazados. Como paso siguiente trataba de ver la imagen como otra posible de organización de líneas (otra lógica) como, por ejemplo, un conjunto de 3 moñas alrededor de un hexágono, o un rombo atravesado por una polígono de 6 lados, etc.

En cada caso el "fin" era el mismo, armar la imagen completa; sin importar de qué forma la armase, la imagen al fin y al cabo era la misma: una "estrella". Lo interesante es que no se sentía igual si la armaba desde una concepción o de otra: ver los triángulos entrecruzados o las moñas alrededor del hexágono, para mi sensación, ¡no era lo mismo! 


¡¿Pero cómo puede ser esto?¡ ¡Si son la misma imagen! ¡Si el fin es el mismo!

¡Ah! Pero hete aquí el punto clave... Lo que ES es siempre inmutable, lo que cambia es nuestra percepción, es cómo armamos/organizamos/coordinamos esa percepción, y es esa forma de interpretar los elementos lo que nos da nuestra experiencia del mundo.
Imagen cortesía de dan
FreeDigitalPhotos.net

Las clases de Técnica Alexander son un laboratorio para la percepción, algo así como el ejercicio visual que yo me planteé, pero para nuestro sentido kinestésico (nuestra propiocepción).

Nuestro sentido kinestésico es el sentido más importante en nuestra definición de quiénes creemos que somos, nos da nuestra sensación de nosotros mismos. Es el sentido que nos dice cómo está nuestro cuerpo en relación al espacio, y cómo se están relacionando las partes de nuestro cuerpo entre sí.

Cómo nos sentimos es algo sumamente habitual, condicionado, a tal punto que ya no lo "sentimos" porque es una constante, y tendemos a percibir cambios y no constantes o absolutos.

Durante una clase de Técnica Alexander estamos jugando constantemente con nuestra percepción de nosotros mismos. Queremos descubrir cuál es nuestra forma habitual de percibirnos, y eso solo es posible si, por un instante al menos, nos salimos de ese paradigma. Es la experiencia del cambio perceptivo, de sentirnos diferentes, que comienza a revelar la organización/coordinación de nuestras partes que usamos habitualmente.

Todas nuestras partes están siempre, es el cómo las coordinamos entre sí lo que nos da una sensación conocida o desconocida, pero la totalidad es inmutable.

Lo que queremos es tener el control consciente de esta capacidad coordinadora de una realidad, para elegir desde qué perspectiva nos enfrentamos al mundo. Tal como yo pude entrenarme en "ver" una misma figura desde varias perspectivas y elegir concientemente cuál paradigma organizador utilizar de antemano según qué experiencia de la figura quería tener, lo mismo queremos lograr para nuestra forma de organizar nuestra percepción de nosotros mismos en relación al espacio, al mundo, a la Vida.

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Y tú, ¿has tenido experiencias con la percepción de ti mismo que han cambiado tu forma de estar en el mundo?

Me encantaría saber cuáles han sido y cómo te han afectado. Te invito a contarme de tu experiencia en el espacio para comentarios que aparece abajo.

Si no has tenido ninguna experiencia de este tipo y te interesaría experimentar con la percepción de tu organización corporal a través de la Técnica Alexander, podemos coordinar una clase de prueba. 
Evíame un email a vstanham@gmail.com

lunes, 22 de julio de 2013

On 18:04 by Unknown in    No comments
La traducción de esta semana es del blog de Jennifer Mackerras, una profesora de la Técnica Alexander que vive en el Reino Unido. 
Elegí este artículo porque habla de algo que todos sabemos pero que quizás no sabemos cómo modificar efectivamente en nosotros: el lenguaje no verbal, el lenguaje de gestos y posturas, de formas de usar el cuerpo, ese que revela mucho más de lo que dicen nuestras palabras.
Nuestra postura, nuestra forma de movernos, nuestros manerismos, todos ellos nos definen a los ojos de los otros, mucho antes de que digamos una sola palabra. 
¿No te gustaría tener más control sobre lo que estás diciendo con tu cuerpo?

El artículo original en inglés lo encuentras en: http://www.activateyou.com/2013/07/how-to-start-moving-better/

Los cuerpos cuentan cuentos - cómo la forma que te mueves cuenta una historia sobre ti (y cómo empezar a moverte mejor)

Grahamquote1
("Nada es más revelador que el movimiento." Martha Graham)

Los cuerpos cuentan historias. Es verdad. La forma que te mueves le cuenta a los otros un cuento - o al menos les da pistas vitales - sobre cómo te sientes respecto a lo que estás haciendo, o sobre cómo estás pensando. Y si esto es cierto cuando estás haciendo las compras de almacén, es incluso más aparente cuando estás haciendo algo que podría resultarte estresante, como ser hablar en público.

¿Has estado alguna vez en una presentación u otro evento donde tuviste que mirar a alguien dar un discurso o realizar una representación? ¿Estaba nervioso? ¿Cómo lo supiste?
Claro, no lo sabías realmente. No con certeza (a no ser que le hayas preguntado luego). Pero cómo se movía o hablaba te habría dado pistas vitales. Quizás tenía los hombros levantados o el cuello tieso. Quizás vacilaba con su contacto visual, o hablaba muy bajito.

El simple hecho de la cosa es que cómo te mueves nos da pistas sobre lo que piensas y cómo te sientes. A veces leemos mal esas pistas. A veces le erramos totalmente en la lectura. Pero la mayoría de la gente las lee bastante bien, y lo hace así la mayoría del tiempo. Los cuerpos cuentan historias. Y los sabemos. Es por eso que nos molesta cuando pensamos que no nos presentamos tan bien como nos gustaría - queremos que se nos perciba positivamente, pero simplemente no sabemos dónde o cómo empezar a movernos mejor.

Estuve en una conferencia el pasado fin de semana, presentando un taller con mi maravillosa colega Jane Toms. Estaba dándole una clase de demostración a una de las participantes que me dijo que había estado teniendo problemas de dolor en el cuello. Cuando trabajé con ella, su cuello en efecto no se movía con demasiada libertad.

¿Qué me decía esto? Me sugería que ella tenía una idea que no la estaba ayudando - una idea sobre su cuello y sus funciones. Así que le pregunte cuál era la función de su cuello. Y ella dijo, "para sostener a mi cabeza." Y esta respuesta encajaba perfectamente con lo que estaba haciendo físicamente - ella estaba usando los músculos de su cuello para 'sostener a su cabeza'.

Esta participante del taller tenía una creencia sobre la función de su cuello, y esa creencia estaba escrita en su cuerpo. Los cuerpos cuentan historias. Así que si no te gusta el cuento que tu cuerpo está contando, ¿qué haces? ¿Por dónde comienzas con cómo empezar a moverte mejor?

Cambia la historia. Cambia la creencia. Sí, ya sé que eso suena simplista. Pero funciona. Aquí están los puntos claves a recordar para comenzar el proceso:
  1. Detrás de cada movimiento hay una idea o historia.
  2. Si cambias la idea, cambias el movimiento.
  3. No te preocupes por ir a la caza del origen de la idea que te llevó al movimiento pobre. Es mucho más fácil simplemente decidir los detalles de la nueva idea, y luego trabajar en hacer eso en vez de la idea vieja.
  4. Una buena pregunta para comenzar la creación de una nueva idea es, ,"¿Qué necesito hacer... [insertar actividad aquí]"
Esto es un acto positivo. No estamos escondiendo la cabeza en la arena. No estamos esperando que nadie lo note. Y no estamos yéndonos de caza por el pasado para descubrir las raíces de una idea que no nos sirvió para empezar. Estamos haciendo lo que nos ayudará: encontrar una nueva idea. Si hacemos esto con sinceridad y consistentemente, sabremos cómo comenzar a movernos mejor. Cambiaremos la forma en la que nos movemos. Cambiaremos la forma en la que otros nos leen. Cambiaremos nuestras historias de 'las viejas de siempre' a algo mejor. Y esto es un desafío que vale la pena.

Artículo original en inglés: Jennifer Mackerras
Traducción al español: Victoria Stanham

viernes, 19 de julio de 2013

On 18:38 by Unknown   2 comments
Quiero compartir mi último descubrimiento, algo que me ayudó a conciliar el sueño y la paz en medio de una angustia de esas que te comprimen el pecho, de esas que vienen con una tormenta de pensamientos obsesivos, pre-ocupaciones, anticipaciones, miedo.


Imagen cortesía de Sarah Arbogast / FreeDigitalPhotos.net

Todos tenemos un núcleo delirante, una herida primitiva que si la sentimos activada nuestra reacción es totalmente irracional. Entramos en pánico, nos abrumamos y ya no conciliamos vías de comunicación con la realidad y la coherencia, con la calma y la perspectiva.

Hace unos días se activó la mía, y ayer detonó al encontrarse acosada constantemente por el estímulo.

Para el final del día estaba emocionalmente exhausta. Como última defensa me refugié en el absoluto presente. Me puse a hacer sopa, y cada vez que se me aparecía un recuerdo o pensamiento de la situación estresante, la empujaba fuera de mi conciencia con el "chop chop chop" de cortar zanahorias, boniatos, cebollas.

Sin embargo, algo adentro mío sabía que esto no era la solución. Estaba evadiéndome de la situación, haciendo de cuenta que no era real para mí, con todos los clásicos pensamientos "new age" de "el presente es todo lo que exisite, todo lo demás es irreal". Pero mis pensamientos eran muy reales para mí, tener esos pensamientos era en efecto mi realidad, y tratar de ahogarlos, aplastarlos, evadirlos, negarlos, no me estaba dando mayor paz.

Al irme a dormir (momento crucial, ya que es en la quietud de la noche cuando los pensamientos pueden volverse un acoso inagotable y ensordecedor), y viéndome invadida por el recuerdo de "la situación", utilicé una técnica que a veces mi terapeuta a usado conmigo, que es colocar la situación fuera de mi y mirarla desde donde estoy. No estando con mi terapeuta para trabajar el trauma encendido, opté por sumarle a la técnica mi experiencia con la Técnica Alexander: recordé los espejos, los antagonismos y por sobre todo, el espacio entre medio.

Es así que reconocí que "la situación" estaba allí, conmigo en la habitación, pero yo estaba aquí, separada de ella por un espacio, aunque compartiésemos la habitación y el momento presente. Y ese espacio entremedio lo podía "respirar". Y ese lugar donde yo estaba (en contacto con la cama, las sábanas y las frasadas) no era donde estaba "la situación" (la cual había colocado a unos metros de la cama). Así que respiré, sintiendo mi lugar, y sintiendo el espacio que nos separaba. 

De esta forma honraba la presencia de "la situación", de todos los pensamientos que la componen, pero no era atrapada por ella, había un espacio entre nosotras, y cada una ocupaba su espacio personal. Si me veía de repente envuelta en los pensamientos angustiosos, volvía a colocar a la situación en su lugar, y yo volvía a sentir mi lugar, y respiraba el espacio entre nosotras, honrándonos a ambas.

"La situación" es algo que ocurrirá (o no) en unas semanas, algo que me da miedo. Pero hoy encontré como vivir estos días entre ella y yo honrando su presencia, honrando mi lugar hoy, y sobre todo honrando el espacio que nos separa.

¿Cómo se relaciona todo esto con la Técnica Alexander?

Bueno, está ligado a la "persecución de fines" de la que habla F.M. Alexander en sus libros.

Cuando nos damos un estímulo para lograr un fin, corremos el riesgo de "hacer el fin" según lo hemos experimentado en el pasado, en vez de recorrer con ojos nuevos el trayecto que nos separa.

Es así que cuando me doy el estímulo para pararme de la silla, puedo "hacer el fin" y pararme según mi recuerdo sensorial de todas las veces en el pasado que lo he hecho. Esto no toma en cuenta (no honra) mi presente sensorial, ni el espacio (o trayecto) que separa mi estar sentada de mi estar parada.

O, cuando me doy el estímulo de pararme de la silla, puedo honrar el fin (no lo olvido, no lo evado, no lo ignoro) pero puedo también honrar mi presente (reconocer lo que mis sentidos me informan en este preciso momento y lugar), y respirar el espacio que me separa de mi fin, incluso mientras me acerco a él... siempre hay un espacio entre nosotros y puedo honrarlo por pequeño que sea, todo el trayecto.

Quizás, cuando llegue al "fin" me encuentre que no se siente, ni se experimente como yo lo anticipaba...

lunes, 15 de julio de 2013

On 11:28 by Unknown   No comments
La traducción de esta semana es, una vez más, un artículo de Mark Josefsberg, profesor de la Técnica Alecander en Nueva York.
El artículo me gustó mucho porque habla de esos estímulos para los que nada nos puede preparar totalmente: la pérdida.
Habiendo vivido una pérdida de un ser querido hace pocos meses, este artículo le habló directamente a mi corazón, y por eso quiero compartirlo con ustedes.

El artículo original en inglés lo encuentran en: http://markjosefsberg.com/stress/using-the-alexander-technique-for-loss

Usando la Técnica Alexander para las pérdidas

Abril 4, 2012 por 
Using the Alexander Technique for loss

Control consciente y constructivo del individuo.

Cuando aprendemos la Técnica Alexander generalmente oímos sobre el control. F. M. Alexander, el creador de la Técnica Alexander, escribió sobre el Control Consciente y Constructivo del Individuo. Él enfatizaba la importancia del control primario (la relación entre cabeza, cuello espalda). Hablaba de la guía y control consciente.
SIn embargo de tiempo en tiempo, nos guste o no, tarde o temprano, estemos preparados o no, debremos abandonar el control y experimentar la pérdida. La pérdida de nuestro teléfono, la pérdida de nuestro empleo, la pérdida de un amigo, una mascota, o la pérdida de una relación. Perdemos la juventud, y podemos perder un sueño que abrigábamos desde hace mucho tiempo. Perdemos a nuestros padres, perdemos nuestra inocencia, y perdemos nuestra salud.
Aunque la Técnica Alexander nos asiste en cambiar nuestra respuesta a los estímulos del día a día, no podemos predecir cómo responderemos a una pérdida repentina, o un evento futuro no previsto. Pero podemos practicar cuando los tiempos son buenos, y luego hacer lo mejor que podemos.

Pérdida consciente y constructiva por el individuo.

“Nada de lo que nos aflige puede ser llamado pequeño; por las leyes eternas de la proporción la pérdida de una niña de su muñeca y la pérdida de un rey de su corona son eventos del mismo tamaño." -Mark Twain
"¿Por qué Dios permite las armas? ¿Por qué tuvo que morir el papi de Jonathan? ¿Por qué nació ciega Margaret?" -Amelia, 4 años.
La pérdida es áspera, real, y universal. No queremos experimentar la pérdida de algo que amamos, pero es garantido que lo haremos. Pero, ¿cómo respondemos a la pérdida?
Físicamente, puede que nos apretemos y tratemos de aferrarnos a lo que era. Reaccionamos y nos contraemos.
Si soltamos nuestro aferrarnos, puede que colguemos nuestra cabeza y nos deprimamos, caigamos, colapsemos, acortemos, angostemos, hundamos, y encojamos. Nos sentimos deprimidos, y estamos deprimidos.

La Técnica Alexander - Cuando lo que no queremos ocurre.
Suelta la tensión en tu cuello, y permítele a tu cabeza ir hacia arriba.
Tómate tu tiempo.
Permítele a tu cabeza llevar a toda tu columna hacia arriba con ella.
Al mismo tiempo, permítele a los huesitos de tus asentaderas (isquiones), los huesitos en forma de "u" en el fondo de tu pelvis, ir hacia abajo y hundirse en la silla.
Estás yendo hacia arriba, y hacia abajo, simultáneamente.
Agrégale una sonrisa genuina al pensar en la persona, lugar, objeto, mascota, flor, chiste, secreto, o momento especial adecuado.
Permítele a tu respiración ser completa; arriba, abajo, costados, y atrás.
Vuelve al cuello y libéralo otra vez.
Cabeza arriba, isquiones abajo.
Adelante, sonríe. ¡Hazlo como una mueca se quieres!

La Técnica Alexander - Párate con la cabeza en alto.

Vuelve a liberar la tensión de tu cuello.
Ahora estás soltando esos músculos de la parte posterior de tu cuello que estaban tirando de tu cabeza hacia abajo.
¡Ve hacia arriba! Al mismo tiempo siente que tus pies van hacia abajo y se hunden en el suelo. La cabeza en las nubes, los pies en la tierra.
Tus hombros están simplemente descansando sobre tu caja costal, porque no necesitas usarlos en este momento.
Respira profundamente, exhala con el sonido de una lenta "ahhh" susurrada.
Agrégale una sonrisa, aunque pequeña, aunque sea interna. 
Suelta cualquier tensión de tu mandíbula.
Permite que una exhalación en "ahhh" susurrada te ayude a soltar el momento viejo. Permítele a la inhalación silenciosa darte energía. 
La Técnica Alexander te permite volverte más calmo, más en control, y ver las cosas desde una perspectiva diferente. Esta libertad re-descubierta de mente y cuerpo puede abrirte a nuevas posibilidades. Quizás la Técnica Alexander te permita abrirte a la meditación, el yoga, la terapia, el coaching, una visita al doctor, o lo que sea que funciona para tí.
A medida que te abres en mente y cuerpo, puedes encontrar ayuda en lugares inesperados.
Medita, reza, canta, mira una comedia, sal a caminar, habla con un amigo, lee un libro, escucha música; lo que sea que te permite a travesar la noche oscura. Todos estaremos juntos en esto.
Mark Josefsberg-Alexander Technique NYC
Artículo original en ingles: Mark Josefsberg
Traducción al español: Victoria Stanham

jueves, 11 de julio de 2013

On 17:20 by Unknown   1 comment
Párate frente a un espejo y observa tu cuerpo. Descríbelo.


 Imagen cortesía de Ambro /FreeDigitalPhotos.net
¿Cuántas de tus 'descripciones' fueron simples observaciones y cuántas fueron juicios o interpretaciones? Puedes distinguir la diferencia entre una y otra si notas tus sentimientos hacia cada item que 'describiste'.

Si te sentiste bien o mal sobre un item en particular, es probable que estabas juzgándolo en base a una idea preconcebida de cómo debería ser.

Por otro lado, si te sentiste intrigada por algo en particular, si era tan nuevo para ti que todavía no tenías una categoría en la cual meterlo, probablemente estabas simplemente observando, percibiendo. Claro, todo tu sistema estaba simultáneamente tratando de encasillarlo en alguna definición, para que la vida vuelva a ser estable y cómoda y predecible una vez más (esto de estar en el presente sin categorías es muy aterrador) y de esa forma puedas continuar con lo que fuese que tu pensabas era realmente importante para tu felicidad.

Esos instantes de percepción pura son invaluables si aprendes a atraparlos.

A mi me ha pasado de encontrármelos cuando capté la imagen de mí misma en un espejo que no sabía estaba allí. Me he preguntado entonces "¿Quién es esa mujer del otro lado del salón?", y recién al rato darme cuenta que era mi propio reflejo en el espejo. También me ha ocurrido de entrar a alguna casa que tiene una pared que es todo espejo y he tratado de pasar por el costado de una señora que viene en dirección a mí. Por un instante no es a mí misma que veo, es alguien nuevo, no categorizado. Pronto me enfado con esta mujer indecisa (juicios, juicios) que no me deja pasar y parece tan enojada ella, tan confundida... y luego las dos nos reímos a carcajadas de nosotras mismas.

Un espejo es un antagonista que nos muestra a nosotros mismos, tal y cual somos. Esto puede ser más que nada intrigante en vez de terrible o genial; somos un misterio para nosotros mismos si nos tomamos el tiempo de observarnos.

Generalmente estamos tan llenos de ideas sobre lo que somos, y lo que deberíamos ser, que no podemos ver la imagen en el espejo por lo que es: una imagen, una fotografía, una faceta de la realidad. Y cuando sí la vemos, de todas formas nos apresuramos a asumir cosas sobre ella y actuamos en base a esos presupuestos.

Ayer me tomé un instante para mirarme en mi espejo interno.

Hace una semana que estoy cargando con un ataque de tensión muscular en la espalda, algo que como profesora de Técnica Alexander a veces me creo que no debería tener... jamás. Gran error. Allí está y no parece querer irse pronto, sin importar cuánto trabaje sobre mí misma, cuantas horas de semi-supina realice, cuántas compresas calientes le ponga, masajes le haga, descanso le otorgue.

En medio de esta cacería desenfrenada del síntoma, me tomé un instante para mirarme en mi espejo interno. Esta es la conversación que ocurrió:

Yo: Me siento frustrada, porque tengo este dolor en la espalda y estoy pensando que no debería estar ya más allí. ¿Podrías reflejarme lo que me oíste decir?

Espejo-Interno: Crees que estás con dolor y tienes miedo de que no se vaya. ¿Es eso verdad?

Yo: No lo sé. Me siento incómoda sin duda, y eso me molesta, enoja, deprime. 

Espejo-Interno: Estás creyendo que tu incomodidad es algo malo. ¿Es eso verdad?

Yo: No lo sé. Podría ser parte de un proceso de sanación. ¡Yo qué sé!

Espejo-Interno: ¿Qué te está generando mayor malestar, tu tensión de espalda, o tus ideas sobre lo que crees significa esa tensión?

Yo: Buen punto. Gracias.

En conclusión, todavía me duele un poco la espalda, pero ya no me preocupa tanto. Estoy tomando todas las medidas necesarias para asegurarme la recuperación (esto me da paz mental), pero estoy dejando que los resultados vengan a su debido tiempo y de la forma que sea.

En los hechos, mi tensión de espalda pasó a ser algo intrigante...  ¿qué la ocasionó? ¿de dónde viene? ¿a dónde va? ¿estaba ahí antes y no lo había notado? 

Las clases de Técnica Alexander son un reflejo de este proceso. Las manos del profesor actúan como un espejo sensorial en el que tus patrones de tensión muscular habitual se vuelven evidentes. Si cuando esto ocurre, te tomas el tiempo de sentirte intrigada en vez de alarmada, enojada o molesta, un mundo entero de posibilidades se abre ante ti.

Y el viaje no tiene comienzo ni fin, ya que no somo sino imágenes reflejadas de lo eterno. O, como dice el poeta William Blake:

Ver un mundo en un grano de arena,
y un cielo en una flor silvestre,
sostener el infinito en la palma de la mano,
y la eternidad en una hora.

jueves, 4 de julio de 2013

On 21:15 by Unknown   No comments
Hoy fue un día en el que me tropecé conmigo misma todo el tiempo; emocionalmente me faltó la perspectiva antagónica.

Imagen courtesía deTwobee / FreeDigitalPhotos.net

Me desperté y ya estaba pensando en lo que necesitaba hacer en dos, tres, cuatro, ocho horas más adelante, por lo que hice mis actividades matinales en piloto automático.
Sabiendo más que bien que nuestro cuerpo se prepara por adelantado para lo que sea que imaginemos hacer (de hecho, no distingue demasiado entre la "realidad" y la "imaginación"), me puedo imaginar como se estresó mi pobre sistema por cumplir tanto la orden de cepillarme los dientes mientras simultáneamente daba una clase que en los hechos estaba agendada para dentro de dos horas, pero que en mi cabeza estaba ocurriendo en ese preciso momento.

Al no contar con este enraizamiento en el momento presente, todos los estímulos del día mandaron a mi pobre Ser (cuerpo, mente y emociones) a un paseo sin ton ni son que crecía momento a momento en impulso, como una gran roca rodando por una pendiente. Luego de cada interacción con gente (alumnos, amigos, familia, extraños en la calle) notaba que me sentía exhausta, cansada, fuera de mi centro. Por desgracia para mí, no fue hasta terminada la última clase del día que pude finalmente rejuntar mis energías, ponerle los frenos al paseo desenfrenado de la roca fuera de control y acostarme en semi-supina por un rato.

Fue entonces que se me apareció una imagen que ilustró mi experiencia del día.

Imagina que te dan una cámara de video y te dicen que registres con ella el largo de un camino con todos los detalles que puedas. Se te da sólo un intento de atravesar el largo del camino, y puedes ir a la velocidad que desees, pero no puedes volver atrás. Cuando llegas al al final del camino debes mostrarle a los jueces lo que has registrado.

Sales encantado, caminando, corriendo, brincando a lo largo del camino, filmando cada detalle que encuentras. Es un asunto un tanto frenético y nervioso, te preocupa el no estar haciéndolo bien, estarte perdiendo de cosas, no notar detalles importantes, y tener que explicarlo todo al final del camino. Cuando llegas al final y tratas de mostrar tu película te das cuenta que la cámara no funcionó y nada quedó registrado. Entonces los jueces te piden que describas el camino desde tu memoria, pero resulta que estabas tan preocupado con filmarlo (y tan preocupado con estarlo haciendo correctamente) que los detalles que das no producen una imagen clara al no parecer estar relacionados coherentemente.

Ahora imagina que otra persona realiza la misma prueba, sólo que cuando recibe la cámara la investiga y descubre que tiene funciones de zoom y de imagen panorámica. Entonces, sin siquiera dar un solo paso, puede filmar todo el camino en su contexto (función panorámica), y los detalles mediante la función de zoom. Todo el tiempo es consciente que él está físicamente todavía al comienzo del camino, pero puede ser consciente de lo que ocurre en cualquier punto del mismo usando el zoom, y relacionarlo con el todo al volver a la vista panorámica y ver el detalle en contexto.

Esta persona tiene la eternidad en sus manos; dado que está firmemente enraizado en su presente, su objetivo (filmar todo el camino) no lo aprisiona; él está en control, tiene libertad de elección. ¡Podría incluso elegir hacer toda la filmación del camino desde donde está, y luego guardarse la cámara en el bolsillo y caminar de lo más tranquilo la distancia que lo separa del final disfrutando del camino!

Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con las acciones antagónicas?

Bueno, me dí cuenta hoy que entre mi objetivo/fin y yo existe un camino que recorrer. Si me permito a mí misma quedarme (en cuerpo, mente y emociones) en el presente puedo igual tener un objetivo claro. El objetivo claro le dará dirección a mis acciones al crear un tirón antagónico entre mi futuro y mi presente; de esta manera se revela el camino a recorrer. Todo lo que yo tengo que hacer es tomar el próximo paso (el que está justo delante mío) y estar completamente presente en él para mantener el tirón antagónico en función. De esta manera mi objetivo me lleva (cual cinta transportadora) hacia mi futuro elegido, y yo puedo echarme para atrás (o sea quedarme en mi espalda/mi centro/mi presente), pensar sólo en el próximo paso, ¡y disfrutar del paseo!

martes, 2 de julio de 2013

On 18:11 by Unknown in    No comments

La traducción de hoy sale del blog de Karen Evans, una profesora de Inglaterra. Karen escribe un blog bajo la filosofía de "un mordizco a la vez". La Técnica Alexander es muy amplia, y por lo tanto es a veces difícil de definir, asir o comprender si se trata de captarla en su totalidad. Por lo tanto, Karen ha decidido seguir la siguiente pauta (que me encantó):

Pregunta: ¿Cómo se come un elefante?
Respuesta: ¿Un mordizco por vez.

El siguiente artículo es la segunda parte de una reflexión sobre qué implican los cambios en la Técnica Alexander.

Umbral del cambio – Parte 2

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La semana pasada describí la idea de que hay un umbral de cambio. Por debajo de él podemos hacer de cuenta que el cambio no está ocurriendo. Por encima de él, el cambio es demasiado grande, demasiado personal, demasiado abarcador para ser ignorado; y tenemos que enfrentarnos con el desafío que nos presenta.
Entonces, ¿en qué lado del este umbral se ubica la Técnica Alexander? Sin lugar a dudas(*), del lado de "no se puede ignorar".

Supongamos que estás teniendo una muy buena clase de Alexander. Incluso en algo tan engañosamente simple como ser el acto de flexionar las rodillas, la magnitud del cambio físico y su impacto mental puede ser enorme. FM Alexander lo describe de la siguiente manera:-
Nos acostumbramos a realizar un determinado acto de una determinada manera, y experimentamos una determinada sensación asociada al acto que reconocemos como "correcta." El acto y la sensación particular asociada con él se vuelven uno en nuestro entendimiento. Si... adoptamos un nuevo método... experimentaremos una nueva sensación al realizar el acto la cual no reconoceremos como "correcta".(**)
Las palabras importantes aquí son "nueva sensación" y "correcta". 'Sentirse bien' [sentir que estamos en lo correcto] es algo intrínseco a nuestra forma de ver el mundo. Si intentas hacer algo que no se siente bien, tu cerebro y cuerpo comenzarán a armar un gran bullicio. Si no me creen, intenten caminar con sus zapatos en los pies equivocados por unos minutos. Ese es el bullicio del que estoy hablando, y no es algo que puedas ignorar con facilidad.
Y una vez que empiezas a volverte bueno en la Técnica Alexander, no hay forma de escabullir esto por debajo de ningún umbral. Lo estás haciendo casi todo (o todo) el tiempo; en (casi) todos los movimientos; en un nivel tan básico que cambia tu idea de lo que algo es, y posiblemente incluso cambia la naturaleza de la persona (ie. tú) que lo está haciendo.
En palabras de uno de mis alumnos:-
“el cambio es demasiado sutil para ser notado y demasiado abarcador para no notarlo"
Y esta es una de las razones por las que tomar clases regularmente con un profesor que te apoye es tan útil. No para aprender las ideas. Pero para gradualmente ajustarte al cambio sintiéndote apoyado y alentado, y con una buena dosis de sentido del humor.
 (*)  Quizás no al comienzo. Lleva un rato ajustarse a las nuevas ideas, y forjar tus propias habilidades Alexander.
(**) FM Alexander, Constructive Conscious Control of the Individual, edición IRDEAT p29

Artículo original (en inglés) por: Karen Evans
Traducción al español: Victoria Stanham